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Paterna a Riópar por el Almenara

Distancia: 22,45 Km \\\ Ascenso acumulado: 539 m \\\ Descenso acumulado: 717 m \\\ Cota mínima/máxima: 948 / 1641

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Perfil

 

Descripción del recorrido

            El camino histórico que unía las localidades de Paterna del Madera y Fábricas de San Juan (Riópar) fue utilizado, en sus cinco primeros kilómetros, para la construcción de la carretera asfaltada que llega hasta el cruce de la antigua carretera de Alcaraz a Riópar. Por lo tanto, si queremos hacer el camino histórico hemos de seguirla. Pero el tramo no deja de tener atractivo, ya que va serpenteando por la ladera de la cuerda de la Atalaya -a nuestra derecha- y disfrutando de las vistas -al otro lado del río Viñazos- de la Sierra de la Veracruz, la Cruceta, el Pico de la Cabeza y la Piedra de la Tejera. Aconsejamos que los primeros dos kilómetros y medio se hagan por un camino entre huertos, paralelo a la carretera, para lo que habrá que salir de Paterna por la calle de la Canal.

            El valle que remontamos era conocido en el siglo XIX como el Caz de los Molinos. Antes de los dos kilómetros, el camino entre huertos nos conduce al Molino del Rey, en un atractivo paraje. A los tres kilómetros, ya en la carretera, pasamos junto al Molino de Juan Pozo.

            Llegado al empalme, observamos al frente las casas del Masegosillo, dejamos a nuestra espalda el Rincón de la Calera, a nuestra izquierda vemos la Cuesta de la Cebera -que conduce a El Encebrico- y al fondo vemos el Pico del Chorraero, al que nos dirigimos a través de una ancha pista forestal construida -casi en su totalidad- sobre el antiguo camino. Al poco de dejar el asfalto cruzamos el río de Las Hoyas y vamos ascendiendo una cuesta más pronunciada que la que traíamos. Al final de la cuesta se puede ver a nuestra derecha -sobre todo en invierno y primavera- el salto de agua que produce el arroyo de la Juanfría para vencer el desnivel, en un paraje en el que merece la pena detenerse y conocido como El Chorraero.

Continuamos y en pocos metros nos encontraremos en La Juanfría, fuente de la que se nutre el pueblo y lugar de recreo y esparcimiento en el que se puede encontrar algo de fresquito incluso en el mes de Agosto. Aquí la pista se bifurca: el camino de la izquierda nos llevaría a la aldea de El Encebrico, nosotros tomamos el de la derecha.

            El alto que vamos dejando a nuestra izquierda es El Calar de la Osera. Es preciso advertir que por todo este barranco que seguimos y atraídas por el agua del arroyo de la Juanfría es fácil encontrar víboras, por lo que, si uno quiere evitar el peligro, no debe abandonar el carril. En dos kilómetros desde la Juanfría, llegamos a la Lagunilla, desde la que podemos observar a nuestra derecha los Altos del Pedregal y el Puntal de Torca Raya. En la Lagunilla, encontramos uno de los refugios de la red de senderos Verdenace.

            Desde la Lagunilla, abandonamos el trazado del recorrido habitual para ir a Riópar (el del PR AB-23), que gira hacia la izquierda y toma dirección sur. Hoy seguiremos la pista que nos conduce al Almenara. En 200 metros, si tomamos el carril que vemos a la derecha, llegaríamos al Tejo Viejo, por el PR AB-32. En ochocientos metros, llegamos a una bifurcación. Seguimos por la derecha, ascendiendo. El camino que desciende, se dirige hacia Las Espineras.

  En unos 2.650 metros llegamos, en continuo ascenso en paralelo a Cuerda Larga –a nuestra derecha-, al collado situado al pie del Almenara, en el punto en el que se inicia la ascensión a este pico. La pista, que sigue por la derecha, se bifurca dirigiéndose la de la derecha a la caseta de vigilancia de Cuerda Larga y la de la izquierda a la fuente del Pino de los Muchachos. Nosotros tomamos una senda que, por la izquierda, baja justo por el barranco. En menos de medio kilómetro, al nuestro se une otro barranco por la derecha, que es el lecho del río Endrinales, seco en estas fechas. Junto a él vamos a descender, cruzándolo en varias ocasiones, durante unos 1.200 metros, en dirección sureste. En una explanada, llegamos a las ruinas del Cortijo de Miguel Serrano.  

         Estamos en La Dehesa de las Almenaras y es muy atractiva, de prado y espinos. A nuestra izquierda, una valla. Pasamos junto a un pozo antiguo, a nuestra derecha, en menos de cien metros desde el cortijo. En trescientos metros, llegamos al collado de la dehesa. Frente a nosotros unas impresionantes vistas del valle de Riópar. En menos de un kilómetro llegamos a la carretera C-415 (la antigua de Alcaraz a Riópar) y la seguimos hacia la derecha, durante casi medio kilómetro, para abandonarla por una senda que surge a la izquierda, en una curva que hace la carretera.

            En algo más de trescientos metros vamos adentrándonos en el barranco de Poyo Papera, por el que descendemos. Una calera, junto al camino, a la derecha. Llegamos a una pista forestal muy ancha y en perfecto estado que viene del Gollizo (por la izquierda) y sigue a El Villar y a la carretera entre El Noguerón y Riópar Viejo (por la derecha). La seguimos a la izquierda. Algo menos de un kilómetro más tarde, dejamos la pista forestal a mano izquierda por el camino ancho, de Los Majuelos.

     En unos 1.300 metros, en un giro de 180 grados de la senda, nos situamos junto al arroyo de la Celada, a nuestra izquierda. Lo cruzaremos en unos 350 metros. La senda es atractiva, con un antiguo muro de contención a la izquierda, abajo el arroyo y sus inseparables chopos altivos. Es un placer oír el rumor del agua abajo, el valle está poblado de multitud de casas aisladas, refugio de muchos amantes de la naturaleza. Llegamos al Cortijo del General Martínez Campos. Aquí la senda se convierte en pista forestal y, siguiendo la antigua Vereda de Bogarra, llegaremos en cuatrocientos metros a Las Casas de las Tablas y a la carretera CM-412, que seguiremos hacia la izquierda durante poco más de kilómetro y medio para entrar en Riópar por el Paseo de los Plátanos y dirigirnos a la plaza de Luis Escudero, y detenernos en una escultura que reza:  “En homenaje y recuerdo a D. Juan Jorge Graubner y a todos los hombres y mujeres que han trabajado en las reales fábricas de bronce de Riópar (1772 – 2010), creando con su trabajo y su vida, el progreso y el futuro de todo un pueblo”. Es un obligado reconocimiento a los orígenes de este pueblo y a la voluntad de un hombre que cambió un pueblo de emplazamiento.

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