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Etapa 1 – Tramo 1 – Elche de la Sierra al Rincón del Río

Distancia: 19,46 Km \\\ Ascenso acumulado: 328 m \\\ Descenso acumulado: 536 m \\\ Cota mínima/máxima: 432 / 692

 

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Perfil

 

Descripción del recorrido

Comenzamos este primer tramo de la primera etapa del GR 68 “Circular de la Sierra del Segura” en la plaza de Ramón y Cajal, donde está situado el ayuntamiento de Elche de la Sierra, desde allí nos dirigimos hacia la Plaza Vieja, por la calle Lonja. Pasamos junto a la iglesia de Santa Quiteria. Llegamos a la Plaza Vieja, donde encontramos un pilar decorado con motivos antiguos y taurinos. Seguimos por la calle Plaza Vieja en dirección sur.

Bajamos por el camino del Puente Royo, se encuentra encementado, rodeado por casas y muros viejos; decorados con pinturas murales inspirados en los encierros. Por aquí es por donde suben los toros en los afamados encierros de Elche de la Sierra. Nuestro sendero coincide –en sentido contrario- con el recorrido taurino más de cuatro kilómetros, hasta el Corral Colorao. A los cuatrocientos metros, dejamos un camino a la izquierda y otro a la derecha, seguimos de frente. Enseguida, giramos a la izquierda siguiendo el mismo camino.  A continuación, a la izquierda se queda la estación depuradora de Elche de la Sierra. Ignoramos otro camino a la izquierda. A continuación, el muro de la izquierda es más bajo y podemos observar unos huertos. Por la derecha, se une a nuestro camino una acequia.

Curva a la derecha y curva a la izquierda, siguiendo el mismo camino encementado que llevamos desde que abandonamos el pueblo. Llegamos a la carretera, la tomamos a la derecha y pasamos sobre un puente. Al mismo cruzar el puente, seguimos la carretera asfaltada girando a la izquierda. A la derecha, sale un camino que no tomamos. Ascendemos, a la derecha la montaña y a la izquierda una valla y debajo, la rambla. Entre ésta y nuestro sendero, huertos a los que salen de vez en cuando algún camino. Todavía se puede ver algún burladero. Cuando llevamos poco más de un kilómetro, la carretera hace una curva a la derecha y por la izquierda sale una pista ancha, que tomamos. De la pista, siguen saliendo caminos a la izquierda que se dirigen a los huertos; seguimos la pista en dirección sur.

Cuando hemos recorrido 1,5 kilómetros, de nuestro camino sale otro a la izquierda que es un sendero de pequeño recorrido. Seguimos de frente. En menos de cien metros, nuestro sendero hace una curva a la derecha buscando la carretera de la Rambla de la Nava. Surge otro camino a la izquierda que no seguimos. En poco menos de dos kilómetros, llegamos a la cabecera de la rambla. Después de cruzarla, encontramos una importante bifurcación: a la derecha, en dirección suroeste sigue el Camino Real de Yeste; a la izquierda, en dirección sureste, continúa nuestro sendero. Por la ladera de la cuerda de la Peña de San Blas, arriba a nuestra derecha. A nuestra izquierda, abajo la rambla y al fondo Elche de la Sierra.

Pasamos junto a una casa, a la izquierda. A continuación, otra a la derecha “Finca la Umbría”. Dejamos un camino a la izquierda. Otra casa, con una piscina. A la derecha, un campo de olivos, vallado. Casa a la derecha, con un patio con bloques de hormigón; y camino a la izquierda. Casa a la derecha. Casa a la izquierda. Rumor de agua del regadío. A la derecha, camino que asciende con una cadena que impide el paso. Pasamos junto a una zona de piedras. Poco a poco vamos llegando bajo la Peña de San Blas y dejando a Elche a nuestra espalda; y vemos al fondo, en una loma, Villares.

A los tres kilómetros, el camino comienza a descender. Cruzamos sobre una acequia. Camino a la izquierda, que baja a la rambla. Al nuestro se une un camino por la izquierda. Cuando llevamos casi cuatro kilómetros, a la izquierda surge un camino que lleva a Villares, después de cruzar la rambla. Comenzamos a ascender. Zona de pinares jóvenes. Hemos ido girando y ahora seguimos dirección sur. Camino a la izquierda, ancho, que no tomamos para seguir recto.

El camino desemboca en una pista ancha, junto al Corral Colorao, una gran casa, de color rosa, con una valla, puerta de hierros, bancos,… Es aquí donde se encierran los toros que se van a correr en las fiestas. Parece ser que se le quiere dar uso de albergue juvenil; pues hay una explanada con un atractivo pinar. En la pista, mojones decorados con motivos taurinos. A la derecha, el Cerro del Agua. Giramos a la izquierda, en dirección este. Detrás de Villares, la carretera que va de Elche de la Sierra a Férez. La pista se asfalta y seguimos descendiendo. Pasamos sobre un puente el arroyo de la Rambla de la Nava. Al mismo cruzar el puente, abandonamos la pista asfaltada por la derecha, para seguir el arroyo. Cruzamos el arroyo de la Rambla de la Nava, cuando se une al arroyo de Vicorto. Lo cruzamos nuevamente. Una vez más cruzamos el arroyo por una senda semiperdida. Por cuarta vez cruzamos el arroyo. Una vez más cruzamos el arroyo, siguiendo unas trazas de camino. Vemos juncos, cañaveral y chopos. Giramos a la izquierda, subimos algo y llegamos a una acequia y seguimos una senda hacia la derecha. Seguimos sobre la acequia, y a nuestra izquierda un muro de piedras con un campo de olivos.

La senda se convierte en un camino ancho. Giramos a la izquierda, dejando de frente una casa de labor. Llegamos a una pista que seguimos a la derecha. A la derecha, una valla con una puerta y unos bidones de agua. La acequia sigue a la derecha, en un tramo del camino, cuando éste desciende. Llegamos a una valla de dirección prohibida. Seguimos el camino. Cuando hemos recorrido unos seis kilómetros, llegamos a una bifurcación. La de la derecha baja junto a los restos de un antiguo molino, hacia una casa de labor. Seguimos por la izquierda. El camino, claro, pasa por un campo de olivos, cuya labranza lo ha invadido. Curva a la izquierda y a la derecha.

Por una senda perdida, bajamos junto a otro antiguo molino. Giramos a la derecha, cruzamos una acequia ancha o arroyo y lo seguimos a la izquierda, junto a un frondoso cañaveral y un hermoso árbol. Seguimos junto al arroyo. Más adelante, lo cruzamos y lo dejamos a nuestra derecha. En el lecho de otro barranco, ascendemos por una senda, con el arroyo a la derecha, llega a una casa y se convierte en una pista forestal. Arriba, a la izquierda, las Casas de la Igualada. Cuando llevamos poco más de siete kilómetros, por la izquierda baja, de las Casas de la Igualada, un camino asfaltado que gira a la derecha y que seguimos. Ciento cincuenta metros más adelante, sobre un puente de hormigón cruzamos el arroyo que tantas veces hemos cruzado ya. Enseguida morirá en el río Segura. El camino, ancho y claro, va descendiendo hacia el río Segura, entre campos de almendros, rodeados con una valla. En otros ciento cincuenta metros, llegamos a una bifurcación que seguimos a la izquierda, por el camino más claro.

En algo menos de ocho kilómetros, llegamos a una explanada junto al río Segura. Después de acercarnos a ver el verde y acaudalado –en estos momentos- río, giramos por el camino a la izquierda, para dirigirnos al puente del Gallego, paralelos al río, que queda a nuestra derecha. Vadeamos un arroyo sobre una rambla encementada. La pista nos lleva al medidor del río. A la izquierda surgen una escaleritas que subimos. Terminan las escaleras en una senda, que seguimos a la izquierda, ascendiendo. A la derecha una piedra con una buena panorámica para hacer las fotos de rigor. La senda termina en una pequeña explanada y una pista, que seguimos a la derecha. La carretera de Elche la tenemos arriba, a la izquierda. Ya vemos al fondo el puente del Gallego, al frente, a la derecha. Pasamos junto a unos chalets, a la derecha. Llegamos a la carretera, justo enfrente de la indicación que indica: “Gallego, 100 metros”. Seguimos la carretera hacia la derecha, para refrescarnos en el restaurante “Río Segura”, situado junto al puente. Hemos recorrido unos nueve kilómetros.

Retomamos el camino, abandonamos la carretera de Elche. A continuación dejamos el asfalto, por una pista que surge a la derecha, junto a unos chalets de colores vivos. Antes de subir a la aldea, junto a una verja blanca, frente a un árbol grande, hay un carril con dos trazas, que seguimos girando a la derecha. En cien metros, frente a una casa, bifurcación: el de la derecha baja hacia el río; seguimos el de la izquierda, que se dirige hacia las huertas. Abandonamos el camino ancho, a la izquierda, para llegar a una acequia, junto a unas chumberas –a la izquierda- y una casa pequeña –a la derecha-. Seguimos junto a la acequia. Pasamos por una zona de espartizales. Nos dirigimos a un promontorio, con un solitario pino. Al bajar la lometa, por una zona de rocas por las que pasa el sendero, dejaremos de ver el Gallego y nos dirigimos a un cañaveral situado en el llano, junto al río. Es una explanada de arena fina, de sedimento, con baladre, pinos, hierba y florecillas. A treinta metros del río, podemos observar los restos (cañas retenidas por los pinos, aplastadas junto a su base) de la crecida del río, que debió ser impresionante.

Llegamos a otra explanada, a la izquierda un campo de olivos, al que subimos, transitándolo por su margen ya que el río pasa junto a él. Marchamos entre los olivos, a la izquierda, y el cañaveral del río, a nuestra derecha. Cuando llevamos casi diez kilómetros y medio, llegamos a una roca que nos impide seguir junto al río. A la izquierda, entre unos pinos, encontramos una senda que seguimos, ascendiendo, hasta llegar a un camino ancho, en la ladera, con el río debajo a la derecha. Bajamos  a otra explanada verde y agradable, junto al río. A los once kilómetros, en un meandro que hace el río, otra gran roca se incrusta en el río y la vegetación de ribera nos impide continuar junto al río. Ascendemos a la roca. Encontramos una senda que sigue por la ladera y la seguimos, en lo alto de la ladera, a unos cincuenta metros sobre el río. En este tramo es preciso extremar la precaución, pues la senda tiene piedras sueltas y la caída no es recomendable. Si se tiene vértigo habría que evitarla.

En unos ciento cincuenta metros, bajamos de nuevo a otra explanada junto al río. El descenso también es algo dificultoso. Seguimos encontrando restos de cañas de arrastres de las crecidas del río, por lo que habrá que elegir el momento de realizar este sendero. Recorremos durante medio kilómetro –aproximadamente- por un camino cómodo junto al río. Cruzamos un barranco y la senda desemboca en una pista que asciende y que vamos a seguir, para abandonar el curso del río Segura. Si se siguiera junto a él, también llegaríamos al Rincón del Río; pero el GR no está trazado junto al río, pues son muchas las dificultades que encontraríamos.

Ascendemos bruscamente por la vieja pista, durante medio kilómetro, dejando el río a nuestra espalda, después de girar a la izquierda, en una pequeña explanada. Arriba podemos ver el Corral de la Hoya. Llegamos a una pista. A la izquierda llegaríamos al Corral de la Hoya. Seguimos hacia la derecha. Medio kilómetro más adelante, del camino principal, surgen dos trazas de rueda a la derecha, que desciende. Seguimos por la pista principal. La pista, en un momento dado, cuando vamos ascendiendo junto al barranco de la Sierra de la Abeja, a nuestra derecha, se convierte en una senda. Cuando llevamos recorrido unos trece kilómetros, cruzamos el barranco, dejándolo a nuestra izquierda y seguimos ascendiendo, mientras el barranco se hace más profundo. A los catorce kilómetros, la senda llega a un collado y se convierte en una pista, que llanea y comienza a descender suavemente. Enseguida podemos ver el Cortijo de la Hoya de Martín Manso.

Llegamos a los 14,5 al Cortijo de la Hoya. La pista se bifurca. Seguimos a la derecha, la que surge frente a la casa, en dirección sur, descendiendo. Enseguida, por la derecha, viene un camino a nuestro sendero, que transita flanqueado por pinos jóvenes a ambos lados. Curva a la izquierda. Curva a la derecha. Bifurcación: la de la izquierda, sigue al pantano del Cenajo, que vemos al fondo. Seguimos por la derecha. En unos cuatrocientos metros, llegamos a un cruce. Seguimos el camino de la izquierda, ascendiendo. Otros cuatrocientos metros más adelante, a nuestra derecha sale un camino asfaltado que se dirige a la torre de vigilancia que vemos arriba a nuestra derecha. Seguimos por la pista. A la izquierda, al fondo, el pantano del Cenajo, que en estos momentos inunda zonas de ribera, anegando arbolado. Algo más de un kilómetro después, cuando estamos girando a la derecha, de nuestro camino sale un camino ancho por la izquierda. Lo ignoramos y seguimos de frente y descendiendo.

Unos seiscientos metros más adelante, llegamos a un abrevadero metálico para cabras montesas, a la derecha de la pista. Abandonamos la pista, por la izquierda, por una senda que transita sobre el lecho de un barranco. Cruzamos el barranco, dejamos a nuestra izquierda un dique de hormigón y seguimos la senda, que se dirige a otro barranco que cruzamos y sigue por la ladera. Siguiendo la senda, semioculta, cruzamos otro barranco. La senda se pierde por momentos, seguimos zigzagueando, en dirección al río. Giramos a la derecha. Llegamos a una especie de cortafuegos, a la derecha, que viene descendiendo bruscamente. Bajamos por él a una hermosa explanada, poblada de florecillas silvestres. Seguimos por la explanada en dirección contraria a la corriente del río durante unos trescientos metros. Finalmente, llegamos a una zona algo pantanosa, recientemente anegada, que nos anuncia el término de este primer tramo, ya que por aquí es por donde nos indica el trazado del GR 68 que deberíamos vadear el río, cosa en estos momentos absolutamente imposible. Hemos recorrido unos 19.200 metros desde Elche de la Sierra.

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